En la actualidad el tópico no tiene una connotación muy positiva, más bien todo lo contrario. Cuando hablamos de ellos lo asociamos casi al instante a rutina, repetición y a falta de originalidad. En un mundo (el occidental) donde un monstruo gigante, una cultura que tiende a la globalización va exterminando poco a poco todos aquellos rasgos culturales que se desvían del patrón, los tópicos, siempre en su justa medida, me parecen la única forma de conservar eso que nos pertenece y que nos hace únicos delante del resto del mundo. Eso es lo que tenemos que buscar, nuestra propia reivindicación. Los tópicos pues, son importantes.
Eso sí, como ya he remarcado, tópico si, pero en su justa medida. El problema que ha tenido siempre la cultura española, sobre todo el cine, ha sido el de “topificar” todas sus obras. Podríamos decir que antes nos sobraban tópicos, nos cansaban. Poco a poco esto ha ido cambiando, hasta conseguir hacer desaparecerlos, cayendo entonces en otro error, el de no tener ningún rasgo característico y diferenciador, el “ser uno más”. Llegado a este nuevo punto, vuelta a empezar. Ahora estamos en ese punto, en el que queremos volver a mostrar el mundo nuestros rasgos, esos que nos hacen distintos, y ahora existe una especie de equilibrio. Centrándonos en el mundo cine, todavía sigue reinando la industria hollywoodiense, pero de vez en cuando aparecen esas obras tan españolas, siempre de la mano de los mismos personajes, a quienes parece que se les ha otorgado esa responsabilidad, y aunque a veces puedan ser tildados de horteras, cursis, y demás calificativos, considero que tienen un papel importantísimo y que son los mayores artífices del éxito de la cultura española en todo el mundo. Tópico en su justa medida es igual a éxito, y si no, vean el siguiente video
Hoy lo español está de moda, y los más prestigiosos profesionales lo saben. Annie Leibovitz, considerada mejor fotógrafa mundial lo demuestra con el reportaje que le realizó a Penélope Cruz las pasadas Navidades. La imagen del día forma parte de ese reportaje. (Más fotos
aquí )
Al día siguiente de los Oscars la prensa se hacía eco de unas declaraciones del alcalde de Barcelona Jordi Hereu, en las que celebraba el éxito de la actriz española, o más bien, el éxito de una película que promociona su ciudad. (
Noticia ampliada en La Vanguardia)
La influencia y/o apoyo de un gobierno en la realización de una obra cultural enlaza este tema con el que ha centrado la última sesión de la asignatura, donde hemos retrocedido 100 años en el tiempo. En 1911 el hispanista norteamericano Milton Huntington, encargó al pintor
Joaquin Sorolla decorar una de las salas de la
Hispanic Society, que fundó a principios del siglo XX con el objetivo de dar a conocer la cultura española en los Estados Unidos. La intención del mecenas era que esas pinturas reflejasen España como hasta entonces se conocía en todo el mundo, es decir, a través de los tópicos. Una España de toreros, de militares, de gitanos y de mujeres fatales. Sorolla cambió los planes del mecenas. Realizó un viaje por España, fotografiando todo aquello que veía, de manera que el resultado final nada tuvo que ver con la intención de Huntington. Esa negativa del pintor fue en parte por su deseo de cambiar el arte hacia un arte costumbrista. Pero Sorolla contó también con el apoyo del gobierno español, el cual lógicamente no estaba a favor de dar a conocer esa España tan oscura y pasiones ocultas, pero que sin embargo era la que gustaba más allá de nuestras fronteras.
El resultado final se puede ver estos días en Barcelona en el
Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) en una exposición organizada por Bancaja en la que se pueden ver catorce paneles de gran tamaño que decoraron la que pasó a ser la “Sala Sorolla” de la Hispanic Society.
Exposición "Sorolla, Visión de España"
Esto demuestra que el tópico no es necesario para conseguir el éxito, pues Sorolla lo consiguió sin recurrir a él. Eso sí, seguramente nadie del extranjero reconozca esas escenas como “españolas”. Sin tópico considero imposible el reconocimiento del origen cultural de cualquier obra. En definitiva, llego a la conclusión de que si se realiza una producción cultural para que se consuma fuera de nuestras fronteras es necesario el tópico para conseguir ese reconocimiento. Si en cambio solo se dará a conocer en nuestro país, este elemento no será imprescindible. Depende pues de la ambición.